–lo salvaje no tiene palabras. –una mirada como una pregunta. –la historia es impredecible. –la medida de un hombre es su imperturbabilidad. en presencia, en profundidad. –ama hasta que duela, donde seas uno con todo. es un modo intenso y extremo de vencer tu creencia de que algunas cosas son buenas y otras malas en el mundo fenoménico.
–enfrentarse a enemigos insuperables.
ésta es la historia de un hombre que cae desde un edificio de cincuenta pisos. para tranquilizarse mientras cae al vacío, no para de decirse: hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien.
pocos hombres aman– durante mucho tiempo los viajes, esa ruptura perpetua de los hábitos, una continua conmoción de todos los prejuicios. yo me había convertido en un interior, y paseaba– como por un interior; todo lo exterior se volvió sueño, lo hasta entonces comprendido, incomprensible. quisiera no acariciar el cuerpo que amo, sino– ser la caricia [nada contribuye tanto a tranquilizar la mente como un propósito firme] yo ya no era yo, era otro, y precisamente– por eso, otra vez yo. a la dulce luz del amor, reconocí o creí deber reconocer que quizá el hombre interior– sea el único que en verdad existe.